La perforación gastrointestinal es una condición clínica que debe tratarse de inmediato, ya que pone en riesgo grave la vida del paciente. Como su propio nombre indica, se trata de una perforación en algún punto del estómago o intestino (generalmente por úlceras gastroduodenales, aunque también se puede dar por traumatismos externos). Esto provoca la liberación del contenido de estos órganos al espacio peritoneal, lo cual puede provocar una peritonitis química con todo lo que ello supone.
Los principales síntomas de este cuadro clínico son: Dolor abdominal intenso, escalofríos, náuseas, vómito, fiebre, abdomen en tabla (defensa abdominal)… Se trata de un dolor continuo y de crecimiento constante, similar al de las ganas de comer (cada vez más).
El tratamiento principal y único es la cirugía de emergencia. Las incisiones se realizarán en una zona u otra dependiendo donde se haya producido la perforación. En cualquier caso, el objetivo principal será cerrar el orificio, evitando así que el contenido de estas vísceras salga al exterior, y por supuesto, frenar la hemorragia. Podría llegar a ser necesario la aspiración de los fluidos gástricos e intestinales para evitar su continúa liberación al espacio peritoneal (sonda).
En cuanto a la recuperación, dependerá de la gravedad de la perforación y de lo invasiva que haya tenido que ser la cirugía. También es muy importante el tiempo, ya que una perforación grande podría provocar una hemorragia interna que nos matase en cuestión de minutos.
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